Era una noche tranquila. Me encontraba dormida y soñando cuando, de repente, escuché un llanto lejano. Era un sonido aterrador que me hizo despertarme de golpe. Me levanté asustada, pero tenía tanto sueño que preferí ignorarlo, pensando que tal vez era algún ruido de la calle o de los vecinos. Me acomodé de nuevo y logré conciliar el sueño.
No sé cuánto tiempo pasó, pero de repente alguien me despertó. Era mi mamá… o al menos eso pensé al principio. Cuando la vi, algo me pareció muy extraño: su rostro no se veía igual y llevaba puesto un vestido blanco. Su aspecto era diferente, pero por alguna razón sentía que era ella. La observaba mientras me miraba fijamente, sin decir una palabra.
—¿Qué pasó, mamá? —le pregunté con voz temblorosa.
Tenía una mirada aterradora. De pronto, dijo con voz baja pero firme:
—Tenemos que irnos… vámonos.
Al principio pensé que era una broma. Me preguntaba por qué mi mamá vendría sola a mitad de la noche a decirme eso. Me parecía muy raro. Entonces volvió a insistir, esta vez con más urgencia.
—Vámonos.
No entendía nada y empecé a preocuparme. Estuve a punto de levantarme para irme con ella, pero algo dentro de mí me detuvo. Mi instinto me gritaba que no me moviera, que no la siguiera, que esa mujer no era mi mamá.
Sentí un miedo que jamás había experimentado. Me giré hacia la pared, tratando de ignorarla, y dije con voz temblorosa:
—Es muy tarde, mamá… no estés molestando.
Mi corazón latía muy fuerte. Podía sentir su presencia detrás de mí, observándome. No me atrevía a voltear. Cerré los ojos con fuerza y repetí para mí misma: “Es un sueño… duérmete”.
No sé en qué momento me quedé dormida, pero al abrir los ojos ya era de día. Me bajé rápidamente de la cama y fui a contarle a mi mamá lo que había ocurrido. Ella me miró con los ojos muy abiertos y me dijo que en ningún momento había entrado a mi cuarto durante la noche.
Lo que me dijo después me heló la sangre. Me confesó que a mitad de la noche se había despertado al escuchar un llanto. Como ya le habían pasado cosas extrañas antes, reconoció de inmediato lo que era: la Llorona estaba cerca de nuestra casa.
Cuando escuché esas palabras, me quedé paralizada. Estuve a punto de haber seguido a esa aparición… estuve a punto de que la Llorona me llevara.


no puedo creer que la historia haya pasado, es muy similar a la mía, crees que podría compartir mi historia y que podamos compartir mas al respecto